Determinante en última instancia
Eso decía el marxismo de catecismo respecto a “la economía” que a veces se convertía en “los propietarios de los medios de producción”, “la clase dominante” y cosas por el estilo. Como todo esquema sencillo para entender cosas complicadas, tiene su utilidad: ayuda. Pero tiene su riesgo: tomarlo como una descripción de la realidad (de cualquier realidad social) y no como una de tantas preguntas que uno debe hacerse ante esta. Es una especie del cherchez la femme, pero en serio.
Porque hay casos en los que la “autonomía relativa” de ese “economía” impide aplicar ese principio como si fuese una fotografía de lo que sucede. Ante “análisis concretos de situaciones concretas”, uno se encuentra con asuntos que no se dejan encasillar tan fácilmente. Una vez más, el caso catalán.
El supuesto de que el nacionalismo es siempre burgués, es decir, que frente a un hecho político como ese hay que saber que “la ideología dominantes es la ideología de la clase dominante” y la clase dominante es la burguesa, tiene sus fallos, sobre todo si se ven las divisiones que el proceso independentista catalán ha producido en las organizaciones empresariales. Porque no está claro qué es lo mayoritario entre los empresarios, si el secesionismo o el unionismo ni, ya puestos, qué hacen las “unidades populares” defendiendo la independencia (a no ser como instrumento intermedio para la lucha final burgueses vs proletarios o viceversa).
Probablemente se trata de un caso en el que la política y los sentimientos generados desde ella ha ido por encima de la economía, al margen de las empresas que han cambiado su domicilio social (y, en casos, fiscal) y se han ido de Cataluña. La polarización es política, no económica. Y es aquella, no esta, la determinante en última instancia. Son sentimientos de identidad, no adscripciones izquierda-derecha que, se supone, tiene que ver con otras cosas más materiales. Se supone, digo. Basta ver cómo conviven, no sin problemas, dentro del bloque secesionista, partidos burgueses de toda la vida y movimientos políticos que se suponen “populares”.